miércoles, 19 de septiembre de 2012

SUS PADRES SE AVERGONZARON DE ÉL

TREINTA Y TRES AÑOS EN SOMBRAS
por el Hermano Pablo

Cuando tenía seis años de edad, desapareció del pueblo. Nadie volvió a verlo. Y el poblado no era grande. Tenía apenas doce casas y unas cuarenta personas. Todos se conocían de nombre. Conocían los parientes de cada uno. Conocían su vida, sus costumbres, su risa, sus lágrimas.
Pero pasados treinta y tres años de su desaparición, Rudolff Sulzberger emergió de las tinieblas. Sus padres lo habían escondido en el sótano de la casa todo ese tiempo. La única razón era que Rudolff padecía de un leve retraso mental. Johan y Aloisia Sulzberger, de Berg Attergau, Austria, lamentablemente tenían vergüenza de la condición de su hijo.
Aunque este caso no es del todo raro, parece increíble. Que alguien, por padecer un retraso mental o por la razón que sea, esté forzosamente encerrado entre cuatro paredes sin poder salir a la luz del día, sin poder participar de las actividades que su condición admita, sin poder verse con nadie ni ser visto de nadie, es algo que pertenece a la Edad Media. Y lo trágico es que no es un caso único.
Toda persona es precisamente eso, una persona en todo sentido, especialmente en el sentido de ser creación de Dios. Y siendo creación de Dios, esa persona, cualquiera que sea su condición física o mental, merece la misma dignidad, decencia, nobleza y cariño que todos los demás.
Despreciar a alguien, y peor todavía, considerarlo menos que humano, especialmente si su condición es algo de lo cual no tiene ninguna culpa, es lo más indigno, vil e innoble que se pueda imaginar. En cambio, es de veras admirable la atención, la dedicación y el amor que padres, familiares y amigos dan a alguien que sufre cualquier impedimento físico o mental.
Todo el que ha sufrido el desprecio de los demás, especialmente el de familiares, debe saber que, precisamente por ese desprecio, Dios lo tiene más en cuenta. El Señor Jesucristo siempre puso de relieve la condición de los sufridos, de los despreciados, de los abandonados y de los solitarios, y Él tiene un amor, un cariño y una misericordia muy especial para ellos.
Por otra parte, toda persona que no conoce personalmente al Señor carece de dirección. Pero Cristo la espera con los brazos abiertos. Sus palabras son clásicas: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). Esa invitación es para cada uno de nosotros. No la rechacemos. Aceptémosla hoy mismo.

www.conciencia.net

trabajo.docxtrabajo.docx
188 kb Ver Descargar
EL ABORTO - DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO.PPTXEL ABORTO - DESDE EL PUNTO DE VISTA RELIGIOSO.PPTX
132 kb Ver Descargar
Religión y aborto.docxReligión y aborto.docx
84 kb Ver Descargar 
SALMO 139  Omnipresencia y omnisciencia de DiosAl músico principal. Salmo de David. 1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 5 Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. 7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. 13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. 17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! 18 Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo. 19 De cierto, oh Dios, harás morir al impío; Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque blasfemias dicen ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre. 21 ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, Y me enardezco contra tus enemigos? 22 Los aborrezco por completo; Los tengo por enemigos. 23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.      

lunes, 17 de septiembre de 2012

DEBILIDADES Y VIRTUDES

DEBILIDADES Y VIRTUDES
por Carlos Rey

Pierre Mathieu, cronista de cámara de Enrique IV de Francia, era un individuo a quien le gustaba decir las cosas tal y como son. Por eso al escribir la historia del reino, no hacía esfuerzo alguno por ocultar los desaciertos y las indiscreciones del galante monarca. ¿Acaso no era eso lo que le aseguraría un lugar merecido en la historia de su pueblo?
Luego de presentarle a su señor algunas páginas recién escritas, el rey no pudo menos que darse cuenta de su estilo franco y poco halagüeño tocante a él. Sus malas decisiones y su conducta dudosa no brillaban por su ausencia como él esperaba; al contrario, ¡relucían como trapos sucios que se sacan al sol! No vaciló, por lo tanto, en preguntarle al cronista con cierta incredulidad:
—¿Para qué revelar mis debilidades?
Mathieu no se acobardó, sino que repuso impasible:
—Señor, para que sean creídas vuestras virtudes.
Por eso dice un refrán: «Alabar lo bueno y reprochar lo malo, justicia es que hago.» Y otro proclama: «Del pan y del palo: uno para el bueno, y otro para el malo».1
A muchos se les olvida que la Biblia, además de ser una guía práctica de fe y de conducta, es la historia de un reino, no del rey Enrique sino del Rey de reyes, y no de Francia sino de todo el universo. Como tal, es un documento histórico cuyo Autor, de principio a fin, se preocupa por que cada crónica sea fidedigna, es decir, digna de fe o de crédito. Lo hace porque tiene como objetivo la confianza absoluta de quien lee su libro. No puede haber duda alguna de que es veraz. Por eso presenta a sus protagonistas principales como personas de carne y hueso. ¡Sus héroes no son menos humanos ni tienen menos defectos que los de Madariaga y de García Márquez! ¡Por algo será que tantas de sus historias han servido de guiones cinematográficos! Tratan con franqueza los temas que están de moda en las telenovelas de actualidad, pero con una importantísima salvedad, que es la razón por la que Dios insistió en que formaran parte del canon: nos enseñan a llevar una vida sana y provechosa. No ocultan los pecados grandes ni pequeños de sus personajes, porque así podemos identificarnos con ellos, conscientes de que no son mejores que nosotros, y el ejemplo de la consecuencia de sus pecados nos lleva a tomar una de dos decisiones: evitarlos, si no es demasiado tarde, o pedir perdón por los que hayamos cometido.
El cronista francés tenía razón: Para asegurar que sean creídas nuestras virtudes, debemos revelar nuestras debilidades. Pero hay algo más: Para asegurar que haya virtudes nuestras que se puedan creer, debemos creer en el Dios de las virtudes que nos asegura la salvación.