¿DÓNDE CREE
USTED QUÉ ESTÁN LOS VERDADEROS VALORES DE LA VIDA?
LA
FASCINACIÓN CON EL DINERO.
Por el
Hermano Pablo.
—¡Feliz
cumpleaños, querida! —dijo el esposo.
—Muchas
gracias, amor —respondió la esposa.
El regalo
era un auto Ferrari Testarrosa, que vale una fortuna. Y eso no era todo. Dentro
de la guantera había un diamante de un valor fabuloso. La fiesta se hacía en un
hotel de increíble lujo, en la ciudad de Melbourne, Australia, con ciento diez
invitados, todos amigos de la pareja.
El Ferrari
Testarrosa se sumó a otros dos Ferrari, cinco Mercedes Benz, tres Rolls-Royce,
un Jaguar, un Aston Martin y un Porsche. Danilo Ortiz, de cuarenta y cinco años
de edad, y su esposa Sara, de cuarenta y tres, parecían nadar en dinero.
Sin embargo,
había un problema. Ese dinero provenía de transferencias ilegales que Danilo
había hecho durante diez años en una compañía de metales preciosos donde era
empleado. El total del desfalco era siete millones, novecientos mil dólares.
Esa pareja
se enriqueció demasiado rápido. Hacían grandes obras de caridad. Poseían muchas
casas lujosas. Viajaban por todo el mundo. Sara compró, en un solo año,
cuatrocientos mil dólares en joyas y adornos. Pero todo era falso.
Habían
hallado la manera de derivar dinero de la empresa a sus propias cuentas, y de
ahí el enriquecimiento súbito que tenía asombrados a todos. «Porque el amor al
dinero es la raíz de toda clase de males» (1 Timoteo 6:10).
La sociedad
presente vive fascinada con el dinero. Como que hay una atracción seductora
hacia las cosas materiales. Por dinero las mujeres venden su honra. Por dinero
los hombres hacen caso omiso de su conciencia. Por dinero se fraguan grandes
delitos, e incluso, por dinero gobernantes, servidores públicos y aun clérigos
entierran sus convicciones. La utilidad momentánea vale más que el honor, y la
conveniencia más que la integridad.
Hubo días en
que estrecharse la mano sellaba el negocio más complejo. Hoy hay que firmar
contratos complicados hasta para comprar un perro.
«Más vale lo
poco de un justo que lo mucho de innumerables malvados», dice la Biblia (Salmo
37:16).
¿DÓNDE ESTÁ
EL ANTÍDOTO Y LA SOLUCIÓN CONTRA ESE VENENO DE LAS ALMAS?
¿Dónde está
el antídoto contra ese veneno de las almas? En Jesucristo. Él perdona el pecado
de ambición, pone en nuestro corazón los verdaderos valores de la vida,
despierta nuestro anhelo por las cosas del espíritu, nos sana de fiebres
enfermizas y nos da el verdadero sentido de la vida. Cristo es el antídoto
contra ese veneno.
LOS VALORES
QUE HOY NECESITAMOS CON URGENCIA.
LA
GENEROSIDAD Y LA GRATITUD.
Por el
Hermano Pablo.
Nació y se
crió en la pobreza. Sus padres eran trabajadores esforzados, y le inculcaron
virtudes como gratitud, respeto, cortesía y honor. También le legaron conceptos
de vida como generosidad e integridad, y esmero en el estudio y en el trabajo.
Vivió todos sus días en su país natal de Suecia, y murió a los ochenta y cinco
años de edad.
¿Quién era
esta persona? Era Holger Nisson, que a una temprana edad puso en práctica los
valores heredados de sus padres.
Consiguió
trabajo en una cervecería y, debido a su integridad y su dedicación, con el
paso de los años llegó a ser socio de la empresa y posteriormente dueño
absoluto. Fue frugal, ahorrativo y ordenado. Al morir, dejó una respetable
fortuna de tres millones de dólares.
¿Cómo
distribuyó Holger Nisson su fortuna? La dejó toda a los trescientos habitantes
de su pequeña aldea, Kracklinge. Cada habitante, entre los dieciocho y sesenta
y cinco años de edad, recibió diez mil dólares. «Dios dejó una herencia para
todos —expresó Nisson en su testamento—. Yo también deseo dejar la mía para
todos.»
Entre todas
las virtudes que el ser humano puede tener, las que más satisfacción producen
son la generosidad y la gratitud. La persona que es agradecida sabe recrearse
con el sol de la mañana, sabe apreciar los favores del día y sabe disfrutar del
descanso en la noche. Tal persona vive en armonía con todos.
Y la persona
que agradece cada favor que se le hace es también una persona que sabe dar. Ya
sea que tenga mucho o poco, el dar es, para ella, su mayor satisfacción. Esta
es la persona que le ha encontrado el verdadero sentido a la vida.
Quizá sea
así porque fue Dios quien le enseñó al hombre estas virtudes. El pasaje de la
Biblia que más se cita trata sobre este gran don de Dios: «Porque tanto amó
Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no
se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
A todos nos
conviene adoptar como práctica diaria estas dos grandes virtudes: el dar y el
agradecer. Son virtudes que vienen de Dios. Fue Él quien nos enseñó a dar,
entregando en sacrificio vivo a su propio Hijo. A nosotros nos toca, ahora,
corresponder dándole nuestra vida.
Comencemos
hoy mismo a expresar nuestra gratitud. En profundo agradecimiento digamos:
«Gracias, Señor, por darnos tu Hijo. Te entrego todo mi corazón, toda mi
voluntad y todo mi ser.»
¿POR QUÉ
SEGUIR VIVIENDO EN LA OSCURIDAD, SI JESUCRISTO ES LA LUZ DEL MUNDO?
CERO
VISIBILIDAD.
Por Carlos
Rey.
LAS
CONSECUENCIAS DE LA OSCURIDAD EN LA VÍA.
La autopista
que une a São Pablo con el puerto de Santos estaba repleta de automóviles. Eran
las siete y veinte de la mañana de un día de trabajo. Había niebla, y la niebla
comenzó a mezclarse con el humo de las refinerías y las fábricas. La
visibilidad cayó de pronto a cero, lo que obligó al chofer de un autobús a
frenar en seco.
Esa maniobra
desencadenó una serie de choques entre ciento cuarenta vehículos. Un auto con
varios pasajeros quedó prensado entre dos camiones enormes. Todos sus ocupantes
murieron. Varios vehículos saltaron la baranda que divide las pistas y chocaron
con autos que venían en sentido contrario, y treinta choques más se produjeron.
En cuestión
de menos de un minuto, había en la autopista un caos de vehículos chocados,
hierros retorcidos y cristales rotos, y un saldo de catorce muertos y ciento
diez heridos. ¿La causa general del desastre? Cero visibilidad.
¿Cómo es
posible evitar un accidente cuando se conduce a toda velocidad y de pronto no
se ve nada por delante? Lo mismo ocurre cuando un avión lleno de pasajeros se
acerca de noche a una pista de aterrizaje y de pronto se apagan todas las
luces; o cuando un barco navega a toda máquina en medio de la niebla, entre
arrecifes, y de pronto se apaga la luz del faro; o cuando un tren expreso entra
en una estación atestada de tránsito ferroviario y de pronto ninguna señal roja
o verde se enciende.
LAS
CONSECUENCIAS DE LA OSCURIDAD ESPIRITUAL EN LA VIDA.
Así anda
nuestra vida cuando la conducimos sin una verdadera luz espiritual. Según el
libro de Eclesiastés, con semejante falta de visibilidad somos como los necios,
que andan a oscuras, y no como los sabios, que tienen los ojos bien puestos.1.
Pero peor aún es que con tal ceguera espiritual somos como los malvados, pues
según el sabio Salomón: «El camino de los malvados es como la más densa
oscuridad; ¡ni siquiera saben con qué tropiezan!»2. Porque vivir sin fe, vivir
sin conocimiento de la Palabra de Dios, vivir sin la seguridad de la salvación,
es vivir en tinieblas y andar en camino oscuro al borde de la perdición eterna.
JESUCRISTO
ES LA LUZ DEL MUNDO, LA LUZ QUE ALUMBRA
A TODO HOMBRE.
Pero podemos
remediar esa situación si reconocemos que Jesucristo es la luz del mundo. Todo
el que lo sigue sincera y fielmente no anda en la oscuridad porque no vive en
tinieblas.3. La luz divina de Cristo le proporciona la iluminación necesaria
para evitar ciertos errores mortales y equivocaciones suicidas que le pudieran
hacer perder el alma eternamente. Jesús dijo: «¿Acaso puede un ciego guiar a
otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?»4. Ya que Cristo, y solamente Él, es
la luz del mundo, aceptémoslo como Señor, Salvador, Maestro y Guía para que
tengamos a quien nos conduzca por los caminos de este mundo, que de un momento
a otro pueden tener cero visibilidades.
1 Ec 2:14. El sabio tiene sus ojos en su
cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo
suceso acontecerá al uno como al otro.
2 Pr 4:19. El camino de los impíos es como la oscuridad;
No saben en
qué tropiezan.
3 Jn 8:12. Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.
4 Lc 6:39. Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar
a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?